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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1938 México y el Imperialismo Británico. León Trotsky

Junio 5 de 1938

La campaña internacional que los medios imperialistas llevan en torno a la expropiación de las empresas petroleras mexicanas por parte del gobierno mexicano, tiene todos los rasgos distintivos de agitación de imperialismo: combina la impudicia, la mentira, la especulación sobre la ignorancia y la firme convicción de su impunidad.

La señal de la campaña fue dada por el gobierno británico cuando declaró el boicot al petróleo. Un boicot es siempre, como es sabido, también un autoboicot y por consiguiente, involucra grandes sacrificios para quien boicotea. Gran Bretaña fue hasta ahora el principal comprador del petróleo mexicano y lo que es muy evidente, no por simpatía hacia el pueblo mexicano sino en consideración a sus propios intereses. El principal consumidor de petróleo en Gran Bretaña es el Estado; con su flota enorme y su aviación en rápido desarrollo. El boicot al petróleo mexicano por parte del gobierno británico significa en consecuencia, el boicot simultáneo, no sólo a la industria inglesa sino también a la defensa nacional.

El gobierno de Mr. Chamberlain ha demostrado, con un cinismo absolutamente sin precedentes, que las ganancias de los bandidos imperialistas están para él por encima de los intereses estatales. Tal es la conclusión fundamental que deben recordar seriamente las masas y los pueblos oprimidos.

El levantamiento del general Cedillo ha surgido cronológica y lógicamente de la política de Mr. Chamberlain. La doctrina Monroe impide al Almirantazgo británico tomar medidas de bloqueo marítimo del litoral mexicano. Se hace necesario recurrir a los agentes interiores, quienes, por cierto, no enarbolan abiertamente el pabellón británico, pero sirven los mismos intereses que Chamberlain: los intereses de una camarilla de petroleros. En el Libro Blanco recientemente publicado por la diplomacia británica no se encuentra, claro está, rastro alguno de las conversaciones de sus agentes con el general Cedillo: la diplomacia imperialista cumple siempre sus tareas principales bajo el velo del secreto.

Para desacreditar la expropiación a los ojos de la opinión pública burguesa, se la presenta como una medida "comunista". La ignorancia histórica se combina aquí con la mentira consciente. El México semicolonial lucha por su independencia nacional, política y económica. Tal es, en el estado actual el contenido fundamental de la revolución mexicana. Los magnates del petróleo no son capitalistas medianos. No son simples burgueses. Poseen las riquezas naturales más importantes de un país extranjero, se apoyan en sus miles de millones y sobre la fuerza militar y la diplomacia de sus metrópolis, y se esfuerzan por establecer en el país sojuzgado un régimen de feudalismo imperialista, procurando subordinar a la legislación, la justicia y la administración. En estas condiciones, la expropiación es el único medio serio para salvaguardar la independencia nacional y las elementales condiciones de democracia.
Cualquiera sea la dirección en que evolucione el desarrollo económico ulterior de México, dependerá cada vez más de factores de carácter internacional. Pero esto es cosa del porvenir.

Actualmente, la revolución mexicana lleva a cabo la misma obra que los Estados Unidos, por ejemplo, cumplieron durante tres cuartos de siglo, empezando por la guerra civil para la abolición de la esclavitud y la unificación nacional. El gobierno británico no sólo hizo todo lo que le fue posible, a fines del siglo XVIII por mantener a los Estados Unidos bajo la condición de colonia, sin que aún más adelante, en los años de la guerra civil, apoyó a los esclavistas del Sur contra los demócratas del Norte, esforzándose en nombre de sus intereses imperialistas, por arrojar nuevamente a la joven república a una situación de atraso económico y de división nacional.

A los Chamberlain de entonces, la expropiación de los esclavistas se les apareció también como una medida "bolchevique". En realidad, la tarea histórica de los del Norte consistió en despejar el terreno para un desarrollo democrático independiente de la sociedad burguesa. Precisamente esta tarea es la que está resolviendo en la etapa actual el gobierno de México.

El general Cárdenas se incluye en la serie de hombres de Estado de su país que han cumplido y cumplen la obra de Washington, de Jefferson, de Abraham Lincoln y del general Grant y no es por azar -entiéndaselo bien- que también esta vez el gobierno británico está en el lado opuesto de la trinchera histórica.

La prensa mundial, en particular la francesa, se dedica, por inverosímil que parezca, a mezclar mi nombre a la cuestión de la expropiación de la industria petrolera. Si he refutado ya una vez este absurdo, no es de ninguna manera porque toma la "responsabilidad", como ha insinuado uno de los agentes charlatanes de la GPU; al contrario, consideraría un honor tener aunque sólo fuera una parte de la responsabilidad por la valiente y progresista medida del gobierno mexicano. Pero no tengo ninguna razón para hacerlo. Fue en los diarios que leí por primera vez el decreto de expropiación.

Pero no se trata evidentemente de esto. El hecho de mezclar mi nombre persigue dos objetivos: primero, los organizadores de la campaña pretenden dar a la expropiación un color "bolchevique", y segundo, quieren dar un golpe al sentimiento nacional de México. Los imperialistas tratan de presentar las cosas como si los hombres de Estado mexicanos fueran incapaces para fijar por sí mismos su camino.

¡Miserable e innoble psicología de los herederos de los esclavistas! Precisamente porque México pertenece aún a la serie de países atrasados que todavía deben conquistar su independencia, impulsa en sus hombres de Estado una osadía de pensamiento más grande que la de los epígonos conservadores de una pasada grandeza. ¡Este fenómeno se ha dado más de una vez en la historia!

El semanario francés Marianne, órgano destacado del frente popular, afirma también que el gobierno del General Cárdenas ha obrado en el asunto del petróleo no sólo de acuerdo con Trotsky sino también... ¡en interés de Hitler! Se trata, vean ustedes, de privar de petróleo en caso de guerra, a las "democracias" magnánimas y suministrarlo a los fascistas alemanes y otros. Todo esto de ninguna manera es más inteligible que los procesos de Moscú.

La humanidad se entera, no sin asombro, que Gran Bretaña se ve privada del petróleo mexicano por la mala voluntad del general Cárdenas y no a consecuencia del autoboicot de Chamberlain. Las "democracias" tienen, sin embargo, un medio muy simple de paralizar este "plan fascista": comprar petróleo mexicano.

Para todo hombre honesto e inteligente, a partir de ahora queda fuera de discusión que si México se viera obligado a entregar su oro líquido a los países fascistas, la responsabilidad por esto re caería enteramente sobre los gobiernos de las "democracias" imperialistas.

Tras las espaldas de Marianne y de sus semejantes, están los apuntadores de Moscú. A primera vista esto podría parecer inverosímil, porque otros apuntadores de la misma escuela se sirven de un libreto completamente opuesto. Pero el secreto reside en que los amigos de la GPU adaptan sus concepciones a los grados de longitud y latitud. Mientras unos prometen su apoyo a México, otros presentan al general Cárdenas como aliado de Hitler.

Los que defienden este último punto de vista, tienen evidente interés en considerar la rebelión petrolera del general Cedillo como una lucha por los intereses de la democracia mundial.

Dejemos, sin embargo, abandonados a su propia suerte, a los titiriteros y a los intrigantes: no es de ellos, sino de los obreros concientes del mundo entero, de quienes debemos ocuparnos. Sin hacerse ilusiones ni preocuparse por las calumnias, los obreros de vanguardia prestarán un firme apoyo al pueblo mexicano en la lucha contra los imperialistas. La expropiación del petróleo no es ni comunismo ni socialismo: es una medida progresista de auto defensa nacional. Marx en modo alguno consideraba a Abraham Lincoln como comunista. Esto no impidió, sin embargo, a Marx manifestar su profunda simpatía por la lucha que Lincoln dirigía. La Primera Internacional envió al presidente durante la guerra civil una nota de salutación y Lincoln, en su respuesta, apreció calurosamente este apoyo moral.

El proletariado internacional no necesita identificar su programa con el del gobierno mexicano. Para nada sirve a los revolucionarios disfrazar, falsificar, ni mentir, como lo hacen los cortesanos de la escuela de la GPU que, en los momentos de peligro, venden y traicionan al más débil. Sin abandonar su propia fisonomía, toda la organización obrera en todo el mundo, y ante todo en Gran Bretaña, tiene la obligación de atacar implacablemente a los bandidos imperialistas, su diplomacia, su prensa y sus lacayos fascistas. La causa de México, como la causa de España, como fa causa de China, es la causa de toda la clase obrera mundial. La lucha alrededor del petróleo mexicano es una de las escaramuzas de vanguardia de los combates futuros entre oprimidos y opresores.
Coyoacán, 5 de Junio de 1938.